
LO POCO QUE SE.
POR QUÉ ATAMOS Y LA INTENCIONALIDAD EN EL SHIBARI
Es extraño, llevo algo más de medio año en esto del shibari y, yo, que siempre he creído entender al vuelo el plano emocional, me doy cuenta de que la realidad de este mundo es tan amplia que no puedo abarcarlo todo solamente con el instinto del que me suelo fiar. En este tiempo he aprendido muchísimo: me he conocido un poco más y he conectado con personas a niveles y en lugares a los que no sabía que tenía acceso. Pero también he llorado mucho y lo he pasado honestamente mal.
Los hay que dicen que parece que las cuerdas están envenenadas. Pero no son las cuerdas, es la intención del que las usa y la química que remueve el ejercicio de cedérselo prácticamente todo a otra persona sabiendo que te sostiene, y viceversa.
Como os digo, no soy nadie y no tengo la experiencia de muchos, pero creo que este tiempo me ha dejado claras varias cosas que me gustaría compartir, sobre todo después de haber pasado por un accidente y haber tenido tiempo para parar y reflexionar. Pero reflexionar de verdad. De ese tipo de reflexión que haces muy consciente de ti mismo y de tu entorno.
Y me apetecía ponerlo en palabras. Si no os importa leerme, aquí os dejo un pedacito de mi y de lo que creo que aplica a cualquiera que quiera entender qué demonios hace con un trocito de yute en la mano.
A todos los que llegamos, tarde o temprano se nos plantea la misma pregunta: que por qué atas, te dicen. Y creo que nadie en su sano juicio debería saber responder a esa pregunta cuando acaba de empezar. Ni siquiera yo, que estoy escribiendo esto ahora, podría responder una cosa concreta.
Empezamos porque alguna tontería nos ha llamado la atención, porque algo se nos ha removido por dentro, porque la estética es preciosa o porque te imaginas a tu pareja atada y te apetece darle como cajón que no cierra. Está bien, todo es válido y nadie tiene la vara de medir verdades, pero la realidad es que va a pasar el tiempo y te vas a descubrir atando por razones muy diferentes, y esas razones dependen completamente de la persona con la que compartas la experiencia. Lo realmente importante es no dejar de hacerte la pregunta.
Creo, aún así, que hay una verdad universal que casi nadie verbaliza y que yo veo casi solidificada en el aire. Atamos porque nos encontramos uno a otro en un plano que no es solo físico. Atamos porque nos perforamos el alma. Porque, de pronto, un día nos damos cuenta de que el silencio de cada persona habla su propio lenguaje y, a veces, con un poco de suerte, somos capaces de traducirlo. Creo que todo el mundo busca esa magia, y el shibari es el medio que usamos para encontrarla porque nos hemos dado cuenta de que es el carril rápido del autopista. Hay otros, no me malinterpretéis, pero yo he venido aquí a hablar de mi libro.
“Creo que nadie en su sano juicio debería saber responder a esa
pregunta cuando acaba de empezar.”
La cuestión es que, al igual que creo que esta es la razón de base que todos compartimos, creo también que es la más peligrosa, porque exige un nivel de vulnerabilidad emocional que no todo el mundo está dispuesto a ofrecer, o no sabe como transitar.
Y, sí, es una práctica muy física, pero el nudo más difícil de asegurar no lo aprendes en una clase de suspensiones, porque no tiene nada que ver con las cuerdas.
Os diría que antes de atar os miréis a los ojos unos segundos, os diría que los cerréis y os abracéis, y os pediría que hicierais el ejercicio de encontraros, sentados en el suelo, antes de tener las manos ocupadas. Todos sentimos si hablamos o no el mismo lenguaje en poco tiempo, no lo ignoréis.
Aprended a sostener el “no” con la misma honestidad que esperáis de una sesión cuando es un “sí”. Si el shibari es una conversación entre dos personas, no os digáis mentiras.
“Cuerdas y emociones” dicen por ahí. Joder, y tanto.
No hay nada en una atadura que deba ser un trámite.
No hay nada que debas hacer para alcanzar un fin.
No hay un fin. (Aunque mole mucho hacer figuraschungas y blablablá).
En este tiempo he visto como se atan takates como si fuera “lo que hay que hacer para poner a alguien en x posición”, mientras yo los sentía como un ritual, como una forma de conectar con la presencia de la otra persona, como una declaración de intenciones o un “estoy aquí”. Y eso, para mi, es la clave.
“Estamos aquí y ahora, y esta es la red de seguridad que tejemos juntos antes de partirnos en dos”. Lo he sentido en ambas caras de la moneda. Como modelo entendí muy rápido que era nuestro espacio para darnos la mano, por muy contradictorio que suene y, como rigger, lo siento como mi forma de extender mi intención y mi voluntad a la otra persona.
Quizá por eso, desde que mi radial se fuera de vacaciones un mes, sienta que he perdido una parte muy importante de mi experiencia como bottom y necesitara ponerlo en palabras. Quizá por eso mi ansiedad por resolver el problema. Y sé que los takates no son absolutamente necesarios, pero es innegable que es una parte bastante central de la experiencia.
Que me haya lesionado un ratito, ha tenido su parte positiva, no lo voy a negar. Me he hecho un master exprés en sensaciones y en mi propia experiencia física. Me he dado cuenta de muchas cosas y he hecho un trabajo de autoevaluación que no hubiera podido hacer de otra forma. Ahora soy consciente de detalles que antes no sabía identificar y, aunque sea un poco loco decirlo, no volvería atrás para evitarlo, porque esta experiencia ha convertido mi cuerpo en mi espacio seguro y SE que no lo voy a poner en riesgo. No os lo deseo, pero si os pasa, tomarlo como un aprendizaje siempre es la mejor opción.
Con esto no quiero decir que lo sepa todo, tengo mucho que aprender, pero sí diré una cosa:
Escuchad a vuestros modelos. Ninguna experiencia es igual para dos personas diferentes, la confianza no es unidireccional, la escucha activa es parte del aprendizaje común y nadie te puede decir lo que otra persona siente ni porqué hace lo que hace.
Haceos preguntas, haced ajustes, evaluad de forma justa vuestras propias habilidades y atreveos a mirar vuestro reflejo en el espejo que es la otra persona, no hay nada que os devuelva una imagen más nítida.
No se nos puede olvidar que estamos jugando, pero es un juego que se termina muy rápido cuando se toma el control sin estar seguro de saber usarlo.
Pasadlo bien, cuidaos mucho, comunicaos y recordad que toda responsabilidad es compartida antes, durante y después de cualquier práctica. Eso sí que lo se bien.
Texto por Cris Donutsaurio. Última versión siempre disponible en la plataforma online de Madrid Shibari Dojo.
