Cómo no enseñar shibari – Zetsu Nawa

Zetsu Nawa (autor de KinbakuToday e instructor de Yukimura Ryu) nos ha concedido permiso para traducir su último texto al castellano. Os recomendamos muchísimo leerlo. 🙂


La semana pasada cometí el error de entrar en Fetlife y leer algunas publicaciones sobre shibari. A estas alturas ya debería haber aprendido la lección.

Leí una publicación sobre un nuevo accidente y me quedé pensando por qué se producen tantas lesiones y accidentes en esta escena, y cómo se están gestionando.

En la publicación no podía faltar el “mea culpa”, seguido de los comentarios sobre lo valiente que es admitir públicamente tus errores. A todos nos cuentan que “las lesiones son inevitables”, y que incluso les ocurren a los atadores con más experiencia (que llevan años atando). Y que eso debería servirnos a todos de advertencia.

Este tipo de disculpa ya es tan común que es casi un género literario propio.

En este caso, nuestro valiente y desafiante atador está también lleno de chulería. Él es un héroe que no teme hablar de lesiones y de por qué nos incomoda dialogar sobre ello. Este héroe sigue en pie sin miedo, atando “impresionantes suspensiones” e impartiendo clases de shibari.

Para mí, el núcleo del problema es que estas confesiones intrépidas casi nunca incluyen las dos lecciones más importantes.

La primera es que las lesiones y los errores te dicen que quizá no sepas tanto como crees que sabes.

Y la segunda es que la atadura que creías dominar (normalmente porque la has hecho muchas veces sin accidentes) no la has entendido tan bien como creías.

Hablo de estos temas por experiencia. Puedo rastrear todas las lesiones que he causado hasta dos fuentes: mi propia ignorancia y mi propia incompetencia. Todos pecamos de ambas. Y todos podemos corregirlas con tiempo, educación y práctica. Bueno, quizás no corregirlas, pero al menos ser más conscientes de ellas y disminuir los riesgos asociados. También podemos esforzarnos en hacer que nuestras parejas de cuerdas sean conscientes de los riesgos que corren cuando las atamos. 

Para mí no tiene importancia discutir cómo de bien atan los demás. Mientras estén de acuerdo, consientan y estén dispuestos a asumir los riesgos, todo el mundo es absolutamente libre de hacer lo que quiera con sus cuerdas. Soy miembro de la línea de pensamiento de que “la cuerdas son peligrosas” (como muchas otras cosas que la gente practica en el BDSM).

En lo que no estoy de acuerdo es en lo que respecta a enseñar Shibari sin conocimiento.

Respecto al caso del que hablaba: empecé a mirar fotos publicadas por esta persona que hacía “impresionantes suspensiones”. Dos cosas me llamaron la atención de inmediato. La primera fue que estas imágenes estaban diseñadas para replicar el aspecto de las ataduras realizadas por algunos bakushi japoneses muy conocidos. La segunda era que estaban atadas de una forma muy extraña.

Por formas de atar extrañas no me refiero necesariamente a formas de atar peligrosas. Era más bien la sensación de que la persona sabía cómo quería que fuera la atadura final, pero no sabía realmente cómo llegar a ella. Pequeñas cosas, como el lugar en el que la cuerda estaba atada al bambú, dónde y cuándo (y en qué ángulo) se cruzaban las diferentes cuerdas, así como algunos otros pequeños detalles que no eran alarmantes, pero que simplemente me parecían fuera de lugar.

En parte, simplemente me parecía que había cosas mal atadas. Pero lo más importante es que revelaban, al menos en mi opinión, que la persona que las ataba no entendía algunos principios muy básicos sobre cómo se construyen esas ataduras.

Esto me preocupaba no porque la atadura fuera peligrosa per se, sino más bien porque me hace pensar que el atador no sabe si es peligrosa o no.

Si sabes que la técnica A es segura y por qué lo es, vas a tener más posibilidades de construir una atadura segura que si utilizas la técnica B, sin tener ni idea de si es segura o no.

Peor aún, no sé si esta persona sabe siquiera la diferencia entre la técnica A y la B. En realidad puede pensar que está haciendo la técnica A cuando está haciendo la B, y así sucesivamente.

Estamos hablando de los fundamentos de la construcción de una atadura. No es necesario entender la física, la ingeniería y los vectores de fuerza que hay detrás. Pero sí se necesita saber “tirar de aquí va a hacer que las cosas estén más apretadas allí” y “conectar estas dos partes va a hacer que esta atadura esté desequilibrada”, etc.

Cuando se aprende estas ataduras, incluso cuando se estudia en Japón con los mejores, muchas veces no se explica nada de esto. Es el tipo de cosas que empiezas a entender tras años, incluso décadas, de estudio de un ryuu concreto. Pero cuando se va a enseñar, lo más vital e importante que se puede transmitir es el por qué la atadura se construye de esta forma.

Estas lecciones, al menos en mi experiencia, cuando se estudia en Japón vienen en forma de “No, allí no. Aquí”. Eso es todo. Se te muestra y se te dice lo que hacer. Si presionas para que te den una razón, es probable que recibas una respuesta relativamente corta que requerirá un montón de reflexión por tu parte.

El problema principal de todo esto es que cuando se aprende a atar, especialmente de la forma en que la mayoría de los occidentales aprenden a hacerlo: en cursos intensivos o talleres, se está aprendiendo a ser competente, no a tener conocimientos. Esta distinción es increíblemente importante cuando se trata de enseñar. La competencia es importante para mantener a tu compañero seguro. El conocimiento es importante, incluso esencial, para enseñar a los demás.

Los bakushi competentes no son necesariamente buenos profesores.

Hace poco vi un vídeo en el que se denunciaba que no enseñar era una forma de “control de acceso a la información” (gatekeeping) y que si uno tiene los conocimientos y no los comparte, pierde el derecho a quejarse de que otras personas hagan cosas peligrosas. Puede haber algo de verdad en eso si alguien retiene intencionadamente conocimientos que podrían ayudar a evitar lesiones.

Pero a menudo veo exactamente lo contrario, un deseo casi desesperado de mostrar a los demás lo que se ha aprendido o visto. Las personas que aprenden a atar y hacen fotos dignas de Instagram o terminan en “Kinky and Popular” de forma regular suelen ser vistas como conocedoras, cuando en realidad pueden estar mostrando únicamente un alto nivel de competencia.

Al hablar con la gente sobre el último accidente, me sorprendió que muchos me preguntaran qué encontraba de malo en las fotos del atador en cuestión. Me lo dijeron personas experimentadas que llevan mucho tiempo estudiando, y atando con un nivel de competencia muy alto.

La competencia es importante. Es lo que va a mantener a tu pareja segura, pero no significa que entiendas lo que estás haciendo y por qué lo estás haciendo. O que sepas cuáles son las bases mínimas para enseñar a otra persona a hacerlo.

¿Cómo se sabe cuándo se tiene conocimiento y cuándo no se es competente? A cierto nivel, es una decisión personal. Pero algunas indicaciones para mí son:

  • Si no puedes tener una conversación sustancial sobre el nudo que quieres enseñar a no ser que tengas la cuerda delante o estés haciendo el nudo, probablemente no tienes mucho conocimiento sobre él.

  • Si no puedes hablar de las distintas elecciones que haces en diferentes momentos y de cómo cada una de esas elecciones da forma y define la estética, los sentimientos y las sensaciones de la atadura, probablemente no tengas mucho conocimiento sobre ella.

  • Si no puedes definir cuáles son los pasos más y menos importantes en la atadura y cómo puedes variar la atadura en función del efecto que quieras crear y cómo eso aumentar o reducir los riesgos de la atadura, probablemente no tengas muchos conocimientos al respecto.

Dicho esto, el hecho de que no tengas conocimientos en esos aspectos no significa que no seas un bakushi increíblemente competente, seguro y con mucho talento. Hay mucha gente por ahí que puede no tener el tipo de conocimiento del que estoy hablando y les recomendaría a cualquiera que quiera ser atado y cuyas fotos y actuaciones disfruto enormemente.

La otra opción para enseñar, que es un camino mucho más difícil, es que puedes esperar a que te digan que tienes ese conocimiento y puedes enseñarlo.

En la mayoría de los casos, si preguntas a un japonés: “¿Estaría bien que enseñara esto?”, te dirá que sí. Si preguntas, obtendrás la respuesta que deseas, principalmente porque a la mayoría de los japoneses no les gusta decir “no”. Eso no significa nada. Lo que en realidad significa es que les has puesto en una posición muy incómoda y que te responden con la respuesta que hará que esa situación incómoda desaparezca.

Es una situación totalmente diferente cuando tu profesor te dice que debes enseñar. Es la señal de que te ven no sólo competente, sino también con conocimientos. No es sólo un permiso, es algo más. Es más bien una directiva.

Si enseñar es idea tuya, no significa nada. Si enseñar es idea suya (de tu maestro), significa mucho.

Para que la educación de shibari avance en Occidente, creo que tenemos que hacer dos cosas. La primera es empezar a reconocer la distinción entre competencia y conocimiento cuando se trata de enseñar a atar bien y hacer que nuestros educadores dediquen más tiempo a esto último.

Obtener conocimiento es un trabajo duro. A menudo es aburrido. No te hará ganar likes en ningún sitio. Sólo hará que tus fotos se vean mejor a los ojos de muy pocas personas que notarán las pequeñas diferencias entre tus ataduras y las de los demás. Realmente no hay ninguna recompensa por ello.

La segunda es que la gente deje de enseñar cosas de las que no tiene conocimientos. Eso va a ser lo más difícil, porque la mayoría de la gente simplemente no sabe lo que no sabe. Y muy, muy pocos quieren averiguarlo. Peor aún es que cuando empiezas a tener conocimientos, porque te das cuenta de que a pesar de las cosas realmente maravillosas  que obtienes como subida de ego por enseñar, transmitir conocimiento es mucho más complicado de lo que creías. Empiezas a pensar “¡no es posible que cubra todo lo que tengo que explicar para enseñar un nudo básico en las muñecas en una clase de sólo dos horas!”

Enseñar shibari tiene muchas recompensas para la gente: Capital social, acceso a compañeros de cuerdas, subidas de ego, adulación en las redes sociales. Alejarse de ese tipo de retroalimentación y reconocimiento es difícil.

Si quieres adquirir conocimientos sobre cuerdas, te sugiero que el camino a seguir no sea aprender más nudos, patrones, suspensiones o habilidades técnicas. El camino a seguir son las conversaciones. Habla con todos los que sepan más que tú. Búscalos. No para aprender alguna técnica, sino para aprender por qué atan y por qué toman las decisiones que toman cuando atan.

Habla con los modelos/bottoms. Aprende de ellos. Saben mucho, pero rara vez se les pregunta. Mis mejores maestros han sido modelos de cuerdas (bottoms).

Todas estas cosas van a llevar trabajo, tiempo y esfuerzo. Pero también creo que hará del shibari una experiencia mejor, más segura y divertida para todos.

Autor: Zetsu Nawa / Traducción: Margot Darko & Zor