
EL
JAPONÉS
QUE
NOS
HIZO
LLORAR
AKIRA NAKA Parte 2
Iroha, la Modelo de Naka-san, merece una mención especial en este artículo, aunque no sé muy bien cómo empezar a hablar de ella.
Es una mujer de una gran belleza, delgada, de poca estatura, de tez muy blanca. Esto contrasta con su oscuro y largo cabello negro que
recoge siempre en un moño, salvo cuando Naka ata cuerdas de pelo, claro está. Tiene 46 años, pero desde luego no aparenta esta edad.
Oculta sus numerosos tatuajes bajo la ropa, creo yo, a propósito. Pienso esto porque cuando la conocimos en persona por primera vez en el ambigú del espacio Reisei, solamente se apreciaban los dibujos de unas pequeñas flores de colores
sobresaliendo por su nuca y terminando en los empeines de sus diminutos pies.
Pero mucho más allá de su apariencia física, lo que más nos impresionó de Iroha fue su manera
de estar, de comportarse, de aceptar las cuerdas.
Iroha apenas habla, parece una persona muy introvertida. Como buena japonesa, se avergüenza cuando se ríe en público, se tapa la boca con la mano y, cuando la preguntan, mira primero a Naka antes de responder.
Ella fue modelo de cuerdas del fallecido Maestro Yukimura y actriz en incontables películas para adultos. Pero ya no ata con nadie más, ni creo que actúe. Explicó que cuando ata con Naka-san siente las cuerdas en su cuerpo entrando en una especia de trance, de confianza plena que lo puede todo. En ese momento, no tiene que preocuparse por nada, incluso estando suspendida de un bambú en posiciones imposibles, porque está segura que el Sensei
cuidará siempre de ella.
Iroha-san nos hizo pensar mucho sobre el sentido tan personal que tiene el “semenawa”.
¿Cómo es posible que queramos aprender a atar con el fin de llevar a una persona a posiciones tortuosas, dolorosas, tan desafiantes para el cuerpo? ¿Cómo es posible que queramos, de algún modo, hacer “daño” conscientemente con las cuerdas a nuestras parejas, a las personas con las que tenemos vínculos afectivos?
“Semenawa” se puede traducir como “la cuerda del dolor”. Y, con tan sólo mirar el cuerpo de Iroha totalmente arqueado y torsionado en el aire, encontramos las respuestas a estas preguntas tan
íntimas. Ella sufre en las cuerdas, claro que sufre, sufre sin emitir ni un suspiro de queja, ella acepta la posición. Pero su sufrimiento es muy bello y te remueve por dentro, porque Akira Naka ata a Iroha como una manifestación de amor.
Consideraciones emocionales aparte, Naka se puso a atar un Takate-Kote a Iroha o, como él lo
llamó, Gote.
Fue un Takate muy japonés, muy de Iroha, con las líneas bajas en el brazo, pero muy bonito. Cuando lo terminó, dio la vuelta a su Modelo para que pudiéramos ver la
espalda y, tras una consulta entre ellos, nos permitió a todos los alumnos tocar las tensiones de las cuerdas.
¡¡¡ Qué extraño es tocar un TK hecho por el Maestro… y qué
diferente era a lo que nos han enseñado a nosotros!!!.
Ató sin bloquear los brazos de su
Modelo, con una especie de tallo en su primera línea que luego compensó al empezar la
segunda. Sin apenas tensión en los kanukis, pero el conjunto final era precioso.
El Sensei continuó con las explicaciones mientras Yuka traducía a toda velocidad. No sin
alguna interrupción entre ellos por dudas que ella misma tenía respecto a cómo contar lo
que estaba pasando. Naka respondía siempre mirando fijamente por encima de sus gafas
con un “hai” acompañado de leves gruñidos de asentimiento, algo muy japonés.

Elevó a Iroha en su Takate con ayuda de un extensor y comenzó a atar unos Naka-Panties. Esta estructura había sido bautizada por Gorgone con ese nombre hace tiempo durante su estancia con el
Maestro. Continuó añadiendo dos Futomomos, líneas de suspensión y transaccionando a su Modelo hasta que llegó a un Gyaku-Ebi. Hizo que se arqueara la pelvis de Iroha con tres cuerdas que salían de su cuerpo por arte de magia para romper la simetría de todo.
El resultado fue espectacular. Iroha estaba impresionante en el aire, inmóvil, colgando del bambú. Como una reina araña al achecho, pero con los ojos cerrados, en signo
de máxima concentración y gestión de esa posición tan exigente.
Mandó tensar esas cuerdas dando una de ellas a un alumno, otra a la traductora y cerró él mismo la
tercera. Esta era una línea de cintura, o de “seme”, y usó un bidón de agua como contrapeso.
Entonces llegó nuestro turno de atar… Aiiinsh.
Yo había estado anotando todo, paso por paso, a pesar de que el Sensei nos había recomendado hacer nuestras cada una de las
ataduras que iba a hacer. Aun así, no me acordaba de nada, solamente sabía que tenía que empezar con el Takate.
Até a Gloria en el suelo y comencé a elevarla muy inseguro de mí
mismo. En ese momento, vi que Iroha paseaba junto a nosotros mirando mi línea de suspensión con extrañeza. Al instante llamó a Naka. «Tierra trágame», pensé yo.
Se me había olvidado unir el Takate a los Naka Panties, algo que el Maestro hizo por mí cogiendo una de mis cuerdas cortas.
“Tus cuerdas lloran” dijo la traductora, mientras el Sensei arreglaba lo que yo no sabía hacer.
“Dice Naka-san que tus cuerdas lloran” repitió Yuka.
Desconcertado, estuve a punto de preguntar en inglés lo que quería decir, pero rápidamente entendí lo que el Maestro había percibido.
Ese sonido tan especial era de una cuerda contra cuerda cuando atas shibari, de yute bien tratado frotando yute. Por lo que respondí que en nuestro Dojo ese sonido lo
asemejábamos al caminar sobre la nieve virgen.
Después de la correspondiente
traducción, Naka comenzó a reír y, de nuevo, me dio otra palmadita en la espalda antes de dirigirse a resolver las dudas de otro alumno.

No pudimos completar el Gyaki-Ebi. La verdad es que los compañeros hicieron figuras maravillosas con sus model@s durante ese ejercicio. Especialmente los estudiantes italianos del Yugen Studio en Milán.
Aunque Gloria y yo no pudimos terminar, me dio un poco igual. Había apuntado todo lo que Naka había hecho y mi intención era compartir con Madrid Shibari Dojo ese valioso conocimiento.
No sin antes reflexionar con Gloria durante el descanso del workshop de la hora de la comida.
Recién empezada la tarde, volvimos a Reisei con las fuerzas y la moral renovadas después de comer, hablar y tomar un café. Allí, varios alumnos ya estaban repitiendo la figura anterior.
Naka retomó la clase sentado frente a todos junto a Iroha, a su derecha, y Yuka, la traductora, a su izquierda.
Comenzó a hablar, nos siguió contando anécdotas mientras bebía a sorbitos un enorme café sentado con los pies cruzados sobre el tatami. Nos preguntó dónde compramos nuestras cuerdas y el grosor de las mismas.
Él ata con 5mm, según dijo, “las fricciones quedan más compactas”.
Nos habló de la tienda en Tokyo donde él las compra.
Al parecer Owaga Ltd. era un pequeño negocio familiar que estaba a punto de cerrar cuando Naka empezó a adquirir bobinas de cuerda de yute en ese lugar. Y, a pesar de que en la tienda había un cartel que expresamente no recomendaba atar personas con sus productos, se empezó a correr el rumor y, lejos de dar carpetazo a la tienda, los dueños subieron los precios. Aunque hoy en día continúan fabricando cuerdas de forma tradicional de muy alta calidad a un coste asequible.
Si os pica la curiosidad como a mí, aquí os dejo el enlace de Google Maps.

Después, Naka volvió a pedir a Iroha colocarse frente a todos los alumnos en posición de seiza y comenzó, de nuevo, a atar un Takate.
Durante la charla de presentación por la mañana, había hecho una pregunta abierta a todos los asistentes al curso. Preguntó si teníamos una figura favorita a lo que yo comenté que sus Lacings me encantaban. Pues bien, ahora iba a atar justamente eso. Y así lo hizo.
Ató un Mermaid de contra-tensiones y usó 4 cuerdas para reforzar la estructura. Con ellas, hizo un “hishi” en la zona púbica de Iroha, en aras de la simetría que tanto nos gusta a los occidentales, y así dejar totalmente inmovilizada a su modelo. Había mucha tensión en las piernas de Iroha, que seguro se alivió al ser elevada y torsionada en el aire.
Después, transicionó a lo que yo llamo “El Escorpión” y, finalmente, bajó de una forma efectiva a su Modelo y la hizo aterrizar en el suelo calculando perfectamente las alturas de las líneas de suspensión.
La figura me encantó.
Una vez más, Iroha estaba espectacular con la espalda totalmente arqueada de forma casi cóncava.
Una línea de pelo sujetaba su cabeza aliviendo peso de los hombros. A la vez, dejaba caer varios mechones de su largo cabello sobre su cara. Algo que Naka-san se esmeró en corregir por su desmedido fetichismo por el pelo, según dijo.

Después de hacer mil fotos a la figura tan espectacular que acabamos de ver crear de la nada, nos tocó atar a los alumnos.
Naka se volvió a acercar a mí, esta vez sin Iroha, para decirme que mi Ashi-Shibari tenía las líneas demasiado rectas y que sería mucho más bonito construirlo en oblicuo.
De nuevo, tomó mi cuerda, desató lo que yo había atado y le hizo a Gloria esa estructura desde cero.
Yo aproveché la ocasión para preguntar por el hueco que queda entre el Takate y la espalda de la Modelo.
Me había parecido muy grande durante su demostración y eso, como seguramente ya sabréis, en el Dojo lo llamamos con cierta guasa El-Takate-de-Dora-Exploradora porque es como si la Modelo llevase una mochila imaginaria a la espalda.
Esta vez, era Naka el que no entendía mi pregunta. “¿Espacio en el Takate?… Yo no presto atención a eso” me dijo, sin dejar de atar las piernas a Gloria ni apartar su mirada de la cuerda.
Torsionamos el Mermaid de forma digna, aunque la transición a Escorpión, una vez más, se nos atragantó.
No me sentí mal. Gloria y yo sabíamos que esa figura tan bonita nos saldría con calma, estudio de nuestras notas y los consejos de Zor en Madrid.
Acabamos el día a las 19:30, había sido todo muy intenso. Nos fuimos a tomar algo rápido porque a las 20:30 los organizadores de Reisei tenían una mesa reservada para 40 personas en un restaurante cercano.
Cuál fue nuestra sorpresa cuando vimos que Naka, Iroha y la imprescindible Yuka nos acompañarían a cenar.
Ellos se sentaron a escasos metros de nosotros. El Maestro conversaba amigablemente con todos los que le rodeaban bebiendo vino blanco. Mientras, su Modelo, más callada, hacía fotos a la comida y consultaba el móvil.
Tras una animada charla con los compañeros de curso donde intercambiamos impresiones y hablamos del mundillo de las cuerdas, Naka se acercó para sentarse en la misma mesa que nosotros. Quería conocernos mejor charlando de forma distendida.
Nos preguntó a todos los que allí estábamos por nuestras sensaciones durante el curso. Yo le dije que necesitaba analizar mis notas y procesar toda la información que nos había dado para entender algo. No sé si se lo tomó muy bien, la verdad… Pero luego comenzamos a reír cuando nos habló de Tohjiro y sus colaboraciones en rodajes porno, o sobre los orígenes del shibari, desmitificando a los samuráis.
Iroha también aportó su conocimiento y experiencia. Respondió a varias preguntas de las Modelos de nuestra mesa, se centró en la gestión del dolor y las emociones.
Cuando nosotros nos marchamos ya cerca de las 23:00, Naka san y su séquito continuaban yendo mesa por mesa charlando con todos los alumnos, como si de los padrinos de una boda se tratase. Esa cercanía fue un gesto realmente bonito e inolvidable por su parte.
Pero lo mejor de este intenso fin de semana, lo más especial de conocer a Naka e Iroha, estaba aún por llegar al día siguiente, sin que nosotros lo supiéramos…

FIN DE LA Parte 2